Texto publicado originalmente en Revista Libertaria Reconstruir, número 100, enero – febrero de 1976 (Buenos Aires, Argentina).

Todas las actividades revolucionarias y problemas filosóficos esenciales de que se ocupó Bakunin podrían hacer pensar que no tuvo tiempo para aportar a los problemas de la instrucción y educación conceptos personales de real valía. Pero nos preocupamos aquí de un hombre a quien no se debe justipreciar con el rasero común.

No nos sorprenderá pues, que se haya interesado por otros problemas que los mencionados hasta ahora (lucha en las barricada, ataques a toda religión o iglesia, al Estado, al capitalismo, a la filosofía escolástica; fundación del movimiento socialista revolucionario internacional, preparación revolucionaria en distintos países, influencia sobre la juventud rusa, etc.). Tuvo también tiempo para pensar en la pedagogía, a la vez que en los derechos del niño, tema que entonces con excepción de Froebel, creador de los jardines de infantes, y de Pestalozzi, no parecía interesar a los intelectuales, a los sociólogos y menos aún a los hombres de Estado.

No propone Bakunin nuevas técnicas de enseñanza. No es ésta su misión. Aporta conceptos y principios de los cuales el pedagogo suizo Ferriére parece estar impregnado, y que podrían inspirar a la pedagogía contemporánea, pues las realizaciones más audaces quedan atrás con relación a lo por él preconizado, y dudamos que la sociedad humana, por perfecta que sea, pueda razonablemente ir más allá sin extravío.

El punto de partida, según expresa, es que “la escuela debe sustituirse a la iglesia, con la enorme diferencia de que ésta, al difundir su educación religiosa, no persigue otro objetivo que eternizar el régimen de la explotación del hombre por el hombre y de la autoridad supuestamente divina, mientras la educación y la instrucción de la escuela, al no perseguir otros fines que la educación real de los niños con vistas a su madurez, no será sino su preparación gradual y progresiva para la libertad, y el triple desarrollo de sus fuerzas físicas, de su espíritu y de su voluntad.